El superhéroe favorito de tu superhéroe favorito vuelve a las grandes pantallas, de la mano de David Leitch y con un guión en el que participa el propio protagonista, Ryan Reynolds. La misión que tendrá que hacer frente en esta ocasión Deadpool es salvar el pellejo a un rechoncho y joven mutante llamado Russell, el cual no es capaz todavía de controlar sus propios superpoderes, y está buscando su espacio en el mundo. Tarea ardua complicada por el factor añadido de Cable, un super soldado venido del futuro con la única misión de acabar con la vida del joven mutante, por motivos enigmáticos. En estas aguas se moverá Wade Wilson, que contará con la ayuda de Domino, mítica personaje dentro de la factoría de Marvel, Colossus, Negasonic Teenage Warhead, y por supesto su inseparable amigo taxista Dopinder.
La cinta sigue una estructura similar a la antecesora, en lo referido a su desarrollo, no tanto a la temática. Esta segunda parte si está un tanto más influenciada por el MCU y sus matices entrañables, a ratos un poco ñoños. Lo que diferencia sin embargo a Deadpool de cualquiera del Universo Marvel mismo, es el propio guión, repleto del humor negro con el que nos encandiló la primera parte. La mejora del personaje de Dopinder, además de las hilarantes referencias no solo hacia películas de la propia compañía, sino también a la competencia (DC), siguen siendo de largo el punto más fuerte de todo el proyecto. Pero retomando el tema con el que se inicia el párrafo, si que se aprecia una cierta metamorfosis del personaje, con aspectos tanto positivos como negativos.
Por un lado, si que aparece ese lado con toques más juveniles y repetitivos de que un superhéroe tiene que deberse al bien, y seguir las normas. El Deadpool que nos presentaron en la primera parte nunca hubiese dedicado dos horas de metraje para salvar a la versión joven y con sobrepeso de la Antorcha Humana. Pero, y aquí se tiene que destacar a los guionistas y al estudio por no pecar de inmovilismo con un acontecimiento que cambiará la vida de Wade Wilson para la eternidad, y que le dotará al personaje de otros matices.
Matices y una visión mucho más apesadumbrada y pesimista de la vida, y cuyo único objetivo hasta la aparición de Russell es acabar con ella, sin los resultados esperados. Este nuevo matiz hace que la vida útil de personaje se acorte bastante, resultando necesario, casi obligatorio acabar con la vida del personaje en una tercera parte de Deadpool, o realizando un spinoff con los X-Men, pero no más, siempre y cuando no queramos que se transforme en Robert Downey Jr y su Iron Man. Es entendible que esto no suceda por las ingentes cantidades de dólares que llegan a los bolsillos de los directivos de Marvel, pero se les agradecería que supiesen terminar con el ciclo útil de sus personajes como lo supo terminar Nolan con su Batman. Se lo deben a Deadpool.
En otro orden de cosas, la película no versa solo por la relación de amor-odio en ocasiones de Wade y de Russell; la aparición en la cinta de un actor de la talla de Josh Brolin otorga al público medio más razones para gastarte tus euros e ir a ver la película. El único problema que tiene el bueno de Brolin no es la interpretación en Deadpool 2, la cual no decepciona, ni mucho menos. Es su interpretación en Infinity War y su carismático Thanos, la que la eclipsa momentáneamente. La aparición de Cable (Josh Brolin) y de Domino (Zazie Beetz), y por lo tanto la formación de la X-Force, hacen prever que tendremos Deadpool para rato, y que esta cinta es una película puente para ello.
Como curiosidad y para concluir la crítica, destacar que el estudio se atrevió a introducir a un personaje LGTBI, dando visión a un aspecto muy presente en nuestra sociedad, y que necesita de la difusión y de la aceptación de la gran pantalla. Evidentemente no es una película que te vaya a cambiar la vida, pero es un producto muy recomendable para todo el público un tanto cansado de MCU y que no encuentra en DC el sustituto ideal.
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