Cerramos esta segunda jornada del recién inaugurado BCN Film Fest con un, casi en su totalidad, regusto amargo.
Lo realmente interesante de asistir a un festival de cine, al menos para mí, es la posibilidad de aventurarse con películas a las que en condiciones normales no les daría una oportunidad. El problema de adentrarse a ciegas es que tu instinto y la buena suerte no siempre coinciden, como he podido comprobar hoy en mis propias carnes.
«En tiempos de luz menguante»
Estamos frente a una modesta cinta alemana cuyo principal atractivo reside en su potente reparto y su llamativo contexto histórico. Aunque no son pocas las historias ambientadas durante la Alemania dividida tras la caída del nazismo, es un terreno que todavía puede dar mucho de sí con el enfoque adecuado. Buenos ejemplos de ello son cintas como «La vida de los otros» (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006) o «Good Bye Lenin!» (Wolfgang Becker, 2003), pero la que nos atañe en este caso no cuenta nada que justifique su visionado.
Berlín Oriental, otoño de 1989. Wilhelm Powileit (Bruno Ganz) cumple 90 años, pero afronta con estoica indiferencia la fiesta organizada por este motivo en su honor. Exiliado durante el nazismo y acérrimo militante de la causa comunista toda su vida, el anciano recibe un homenaje tardío al que acuden familia, vecinos y antiguos camaradas. A pesar de la aparente alegría de la celebración, todos son conscientes de que el régimen comunista se desmorona sin remedio.
Matti Geschonneck relata aquí una obra costumbrista que intenta reflejar esas reuniones y celebraciones familiares incómodas que todos hemos vivido al menos una vez. Pero desgraciadamente su dirección tras las cámaras no consigue levantar un guión plomizo y que apenas se molesta en sentar unas bases interesantes. La película sufre los típicos síntomas de una novela que no consigue adaptarse con éxito al lenguaje cinematográfico.
El excesivo número de personajes que pueblan el relato provoca que «En tiempos de luz menguante» resulte un drama disperso y que no consigue aprovechar del todo algunas escenas prometedoras. Ni siquiera Bruno Ganz consigue enaltecer lo suficiente el filme como para que su ajustada hora cuarenta deje de percibirse como intrascendente.
Una lástima, ya que esta misma historia contada con un mayor pulso narrativo y un tono más cercano a la comedia podría resultar mucho más efectiva.
«Las estrellas de cine no mueren en Liverpool»
Paul McGuigan se podría definir como un realizador con un estilo narrativo atractivo y ágil que, por desgracia, no ha tenido suerte a la hora de escoger en qué proyectos embarcarse. Por suerte podemos decir que en esta ocasión ha sabido aprovechar las interesantes memorias del actor Peter Turner, dando como resultado una hermosa y desgarradora película.
En 1981 el actor británico Peter Turner (Jamie Bell) recibe una llamada inesperada: su ex amante, la actriz ganadora del Oscar Gloria Grahame (Annette Bening), ha sufrido un colapso en un hotel de Lancaster. Mientras ella se niega a ser atendida por los médicos, a él no le queda más remedio que ir a buscarla para llevársela a su humilde casa familiar en Liverpool. Allí, mientras cuida de ella, revivirá todo lo que les unió durante años, y también lo que les separó.
Pocas pegas se le puede poner a este precioso filme cargado de virtudes. No sólo tiene la suerte de partir de una ya de por sí curiosa historia real, sino que consigue llevarnos por un apasionante viaje emocional mientras nos va mostrando los momentos más importantes de la relación entre sus protagonistas, en ocasiones marcados por los prejuicios de quienes les rodean.
Annette Bening hace suyo este papel tan complejo sin llegar a caer en la sobreactuación que podrían propiciar las escenas más duras que protagoniza. La química existente entre ella y Jamie Bell traspasa la pantalla cada vez que comparten una escena, pasando de la comedia al drama con suma naturalidad.
McGuigan trata esta historia con sensibilidad y aprovecha todas las oportunidades que se le ofrecen para regalarnos una puesta en escena que fluye entre el presente y el pasado de sus protagonistas. Ninguno de los abundantes flashbacks que pueblan la cinta se nota como prescindible, llegando incluso a jugar inteligentemente con el punto de vista en su tramo final. Si os llama mínimamente la atención su sinopsis, no dudéis en darle una oportunidad.
«Maria by Callas»
Construido en base a imágenes de archivo, conciertos y entrevistas, este documental sobre la cantante de ópera más importante del siglo XX se presenta como un extenso retrato de su figura que, por desgracia, se desinfla con demasiada rapidez.
Íntimo retrato de la vida y el trabajo de la cantante de ópera Maria Callas. Con testimonios de la propia Callas, Onassis, Marilyn Monroe, Alain Delon, Yves Saint-Lauren, John Fitzgerald Kennedy, Luchino Visconti, Winston Churchill, Grace Kelly, Liz Taylor y otras personalidades que conocieron a la diva.
Puede parecer que relatar la carrera de una celebridad sea fácil, especialmente si está vinculada con el arte. Sus vidas suelen estar cargadas de excesos e incomprensión por parte de los medios, pero hay ocasiones en las que el carisma de la figura en cuestión no basta para mantener el interés. «Maria by Callas» sufre de unos abusivos 120 minutos que no paran de dar vueltas una y otra vez alrededor de los mismos temas y conflictos.
La figura de Maria se nos presenta como una artista entregada, profesional y sensible al mundo que la rodea, pero Tom Volf se regodea con demasiada frecuencia en escenas que apenas aportan nueva información o capas a la personalidad de Maria. La poca fluidez entre las secuencias cotidianas de ésta, su vida personal y sus actuaciones musicales da como resultado un ritmo torpe y monótono que puede acabar con la paciencia de aquel que no sienta especial predilección por la cantante.
No todo pueden ser alegrías en un festival de cine, pero esperemos que estas pocas piedras que hemos encontrado en el camino no entorpezcan el resto de jornadas que están por llegar.