Solo falta un día para que llegue a nuestras pantallas la nueva película de John Krasinski. Después de dirigir Los Hollar (2016) y Entrevistas breves con hombres repulsivos (2009), siendo ambas comedia, se adentra en las profundidades del mundo del trhiller psicológico de terror, protagonizando él mismo la película en el papel de Lee Abbott, y Emily Blunt, su esposa tanto en la realidad como en el film, en el papel de Evelyn Abbott. Completan el reparto los tres hijos de la familia, Regan (Millicent Simmonds), Marcus (Noah Jupe) y Beau Abbott (Cade Woodward).
La historia nos traslada a un mundo post apocalíptico, invadido por una especie de raza de aliens que carecen del sentido de la vista, pero que sin embargo, tienen muy bien desarrollado el oido, y son capaces de detectar hasta los más silenciosos sonidos. Se entiende que, como rezan los periódicos que vemos en los primeros minutos de la cinta, la humanidad se dio cuenta demasiado tarde de su punto fuerte. A partir del incidente que ocurre con uno de los hijos de la familia en las primeras escenas, entraran más a fondo ya en relatar como han conseguido sobrevivir más de un año desde que aterrizasen estos aliens, y como han aclimatado su vida en consonancia con ello.
Aunque no sea un detalle muy importante, cabe destacar que la mística y el misterio que rodea a esta raza desaparece a los pocos instantes, ya que antes de que se cumplan los primeros veinte minutos de la proyección, ya podemos ver a uno de ellos en acción, lo que ya nos deja poco para nuestra imaginación. Todo sea dicho, el diseño con el que se les dota a los aliens no defrauda en ningún momento, todo él repleto de detalles, denotando el esfuerzo y la dedicación que se ha puesto en el resultado final.
La película está dotada de un ritmo lento, pausado, pero con la música como acompañante en los momentos indicados es capaz de conducir la trama sin caer en el aburrimiento o en el bostezo fácil. Destacando además ese ritmo, uno de los puntos a favor de A quiet place es el no tener prácticamente diálogos hablados en sí, lo que hace al espectador centrarse más en lo realmente importante, en el desarrollo de la trama, y en la evolución y en los cambios que se producen en las relaciones familiares en este contexto apocalíptico.
Dividida claramente en dos partes, una primera enfocada a situar al espectador, y proveerle de un background sobre los hechos acontecidos que nos han llevado a esta situación; y una segunda parte, mucho más frenética, en la que la familia Abbott entra en contacto directo con uno de los alienígenas y se ven forzados a lo inimaginable para garantizar su supervivencia. Esta parte es la de mayor calidad de la película, no porque sea también la más entretenida, sino porque aquí se resalta con mayor fuerza esa atmósfera asfixiante que rodea toda la cinta, pero que en la primera parte solo la habíamos probado ligeramente, como entrante.
Tendremos que esperar 40 minutos a medio gas para poder contemplar, ahora sí, una media hora final apabullante, con un ritmo frenético que recuerda a Headhunters (Morten Tyldum, 2011), película basada en la novela del autor noruego Jo Nesbo, en la que es un no parar de sucesos en los cuales el hecho de vivir o morir están pendientes de un hilo.
El final puede no ser del todo adecuado para el cauce que estaba tomando el río, pero tampoco peca a lo largo de la misma de clichés típicos del género. Y es que si estás buscando una película de sustos, es mejor que no te sientes a verla. Krasinski decide derivarla hacia otros derroteros, con gran resultado al final. Podríamos decir en este sentido que es la contrapartida de La guerra de los mundos (Steven Spielberg, 2005), película basada en el relato de Orson Wells, que si que peca de seguir una línea argumental como la mayoría de las películas del género, y de arriesgar lo menos posible, consiguiendo un resultado bastante más pobre.
En definitiva, A quiet place es una película pequeña, con poco presupuesto, pero que con la maestría de un director que sabe usar todos y cada uno de los recursos de los que dispone a la perfección.
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