La nueva apuesta de Netflix para esta primavera es Lost in Space, una serie de ciencia ficción ambientada en el año 2046, en la que los protagonistas son los miembros de la familia Robinson; quienes están destinados a colonizar un planeta habitable en el espacio. La historia de esta familia fue llevada a la gran pantalla en 1998 por Stephen Hopkins (Depredador 2, The Reaping), con un elenco de vértigo que incluía a Matt Leblanc, Gary Oldman, Heather Graham o Mimi Rogers.
Si bien la historia es la misma, la manera de contarla es muy diferente, debido a los avances dentro de los efectos especiales del cine/televisión que nada tienen que envidiar al propio Spielberg, y la nueva visión de una trama frenética llena de baches para los personajes. 50 años después, Lost in Space vuelve como serie en Netflix de la mano de Matt Sazama y Burk Sharpless (Drácula Untold, Dioses de Egipto) para dar un vuelco al género de la ciencia ficción ‘familiar’.
Lost in Space comienza con el accidente de la familia Robinson a bordo de la nave Júpiter 2, que se topa con una brecha espacio-temporal que desemboca en el aterrizaje forzoso en un planeta desconocido; con la grata sorpresa de tener las cualidades para ser habitable.
La familia de colonos está compuesta por John Robinson (Toby Stephens), Maureen Robinson (Molly Parker), Judy (Taylor Russel), Penny (Mina Sundwall) y el pequeño Will (Maxwell Jenkins); quienes tendrán que sortear diversos obstáculos que incrementan su dificultad por una cuenta atrás constante. La falta de tiempo es uno de los recursos más utilizados en los dos primeros episodios de la serie, lo que proporcionará al espectador la sensación de agobio desde el minuto uno. Este recurso cinematográfico permite mantenernos atentos durante todo el visionado, ya que por simple empatía, el espectador deseará que los personajes se salven desde el comienzo de la historia, llegando a una identificación con ellos.
Durante los dos primeros capítulos, se respira incertidumbre y misterio, puesto que un planeta desconocido y habitable puede albergar cientos de criaturas y terrenos inexplorados que darán mucho juego a la serie. La inminente presencia de vida alienígena aporta al espectador el ‘premio’ de poder ir más allá de la familia y su supervivencia, dando un vuelco muy interesante a la trama cuando se establezca un primer contacto con un ser extraterrestre de apariencia metálica. Este hecho permite al espectador entrar de lleno en el universo de Lost in Space, ya que no sólo tratará de la supervivencia y posible colonización del nuevo planeta; sino del peligro y la conciencia plena de que no están solos.
El primer episodio resulta enigmático porque todo es novedoso, es en la segunda entrega donde descubrimos que existe una historia paralela a la de los Robinson. En esta trama, aparecerán dos personajes más, que son son Don West (Ignacio Serricchio) y la Doctora Smith (Parker Posey), quienes tienen el mismo objetivo que la familia: sobrevivir en un planeta desconocido.
Tras conocer a todos los personajes citados anteriormente, nace la imperante necesidad de unir las dos tramas, si es que es posible que hayan colisionado con el mismo planeta que los Robinson y los extraños seres.
El comienzo de temporada resulta esperanzador y de una calidad exquisita, tanto en técnica como en calidad narrativa; aún queda mucha información que desvelar de los secretos de cada uno de los tripulantes de la Júpiter 2, como de los desconocidos seres extraterrestres y de los dos supervivientes de la nave central. Lo que sí está claro es que Lost in Space tiene todos los ingredientes para convertirse en una de las series estrella de Netflix, para un target muy extenso comprendido entre los 15 y los 60 años; ya que, teniendo muy en cuenta que su género es la ciencia ficción, el tono familiar permitirá llegar a un público mayoritario.
La primera temporada contará con 10 episodios de aproximadamente 50 minutos y se estrenará en Netflix el 13 de abril.
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