Ari Aster es un realizador que a muchos nos ha sorprendido desde su debut con Hereditary (2018) con un reparto de infarto; y su trama también. Por lo que hemos podido dilucidar de este joven cineasta, lo suyo son las historias oscuras con tintes gore; todo ello con una calidad narrativa infinita indiscutible.
Midsommar es su nueva cinta que se estrenará el próximo 26 de julio y creo poder decir con total seguridad que no os dejará indiferentes. La sinopsis se desarrolla en el marco de la celebración del solsticio (traducción de ‘Midsommar’) en un remoto lugar de Suecia, donde se dirigirán los cinco intérpretes principales de la película. Ellos son Josh (Will Poulter), Christian (Jack Reynor), Mark (William Jackson Harper), Pelle (Vilhem Blomgren) y la carismática Dani (Florence Pugh); el personaje central del largometraje.
La historia comienza con un arranque impactante, desde el cual el espectador sólo espera que la situación mejore para nuestra joven protagonista: Dani. Se masca la tragedia desde el inicio, ya que el arco de transformación de Dani comienza con una gran desdicha familiar impensable para muchos. La relación con su novio, Christian, no parece funcionar desde hace tiempo; no por falta de amor, sino probablemente porque Dani es una persona que requiera un nivel de implicación personal bastante grande. Por otra parte, Christian es un hombre cuya mente es más bien de un inconsciente que no valora a su pareja y generalmente no la apoya. Esta subtrama es un buen ejemplo de cómo crear interés para el espectador durante toda la película, porque la igual que los personajes, va evolucionando hasta llegar a un punto insostenible.
A simple vista, la premisa de la historia bien podría parecerse a cualquier película americana de cuatro amigos que viajan a pasarlo bien a una fiesta sin fin en unas remotas montañas. No es el caso. Pelle (Vilhem Blomgren) es el nexo de unión entre una comunidad sueca muy parecida a los Amish y quien llevará a cabo la iniciación del resto de la ‘troupe’ dentro del festival del solsticio; y sus amigos americanos que no tienen ni idea de sus tradiciones milenarias. El Midsommar se celebra cada 90 años, por lo que existe un despliegue de ‘medios’ a pesar de ser celebrado en un enorme campo verde.
La ambientación de Midsommar es uno de los puntos fuertes de la película, toda la acción se desarrolla en un único espacio soleado y aparentemente apacible; que se compone de aproximadamente tres casas de madera gigantescas y un tipi monstruosamente grande llamado ‘El templo’ –en el que está terminantemente prohibido entrar-. Las formas extrañas de las ‘casas’, el color amarillo radiante del tipi y el verde del campo nos deja una composición muy radical que parece incluso aberrante: algo no está bien, algo falla en nuestra vista, es un aviso.
La música es otra de las protagonistas dentro de Midsommar, ya que la banda sonora original se compone casi únicamente de tonos graves de violín y violoncello, que otorga una tensión máxima a cada escena en la que aparecen. Por lo general, sólo las escenas más importantes tienen este tono más sombrío, inundadas por las melodías de unos violines tétricos que pueden llegar a marear al espectador al tenerlo en tensión durante tanto tiempo. Todo ello suele ir acompañado de bailes de los puritanos al ritmo del violín, como si bailasen al son del diablo disfrazado de violinista. Estas escenas deberían transmitirnos paz, sosiego; sin embargo, es todo lo contrario, es perturbador hasta la médula. No es natural.
Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención es la diferenciación entre los suecos y los americanos que van por primera vez; ya que prácticamente en todo el filme van a ser distintos. La propia vestimenta cuenta mucho más de lo que parece: los foráneos siempre van a serlo aunque celebren el solsticio en el corazón de Hälsingland (Suecia), es una metáfora sobre cómo sus ropajes los dividen de los demás, no por la ropa, sino porque no son de la familia.
Como comentaba anteriormente, el creador de Midsommar es Ari Aster, director y guionista de Hereditary, quien arrancó de cuajo nuestra cordura con esta cinta tan bien realizada, con un argumento sólido pero que también deja volar nuestra imaginación. Aunque Aster haya saltado a la fama con Hereditary (2018), sus bases se han asentado en el terror con tintes muy marcados de gore y tratando temas como la desestructuración de las familias tras una tragedia, los oscuros secretos que guardan y las corrientes de pensamiento que profesan; para dejarlo más claro, diremos: las sectas. Todo ello puede verse en Midsommar.
No hay nada predecible dentro de la película, y aunque en cierta manera existan comparaciones temáticas entre la anterior obra de Aster y la que será estrenada; son dos películas completamente distintas que nada tienen que ver en trama, personajes y desarrollo. Lo que está claro es que no es una película para todos los públicos, de hecho fue calificada como R (fuerte contenido por violencia, sexo, insultos…) en Estados Unidos y probablemente en nuestro país sea para mayores de 18 años, aunque España tiene una política muy abierta para este tipo de asuntos.Para concluir, me gustaría aclarar que Midsommares una joya del terror psicológico más puro, ya que aunque no sea propiamente calificada como una película de terror; tiene una inmensa mayoría de características del mismo. Aster tiene unos rasgos de realizador muy marcados, aunque también bebe de la corriente estética del cineasta griego Yorgos Lanthimos (Canino, Langosta, El sacrificio del ciervo sagrado). Si esperan ver una película muy parecida a Hereditary, no es el caso, Midsommar brilla con luz propia (u oscuridad, en este caso) y su extrañeza de planos, personajes y contexto la hacen indispensable para entender que es una obra de arte única.