No es un misterio que existan protagonistas de ficción que, por el impacto que generaron en su momento o por cómo se han ido adaptando a las dinámicas sociales de las diferentes épocas, consiguen echar raíces en el imaginario popular y cultural y se establecen como personajes canónicos que todo el mundo, aunque en distintos niveles, conoce. Personajes que, más allá de la consumición o no de la obra que protagonizan, se ajustan dentro de la mente humana y cuyo legado se transmite de generación en generación, convirtiéndose de esta manera en algo que va más allá del momento en el que se situó originalmente. Y es que, sin duda alguna, Dumbo es uno de estos personajes.
En 1941, Walt Disney Pictures nos traía por primera vez una historia protagonizada por este enternecedor elefante volador. Casi ochenta años más tarde, y siguiendo la estela de hacer live-actions de sus películas clásicas más importantes, esta misma compañía ha decidido ir más allá del largometraje animado y brindarnos un ramake del Dumbo original. Si bien es indudable el hecho de clasificar esta cinta, dirigida por el mismísimo Tim Burton, dentro de la categoría de remake, tampoco es descabellado entender esta película como una continuación del clásico animado, pues los actos que suceden en ella van más allá del final original para lanzar un potente mensaje contra los circos de animales y su cautividad, moraleja que se adecúa más a los tiempos en los que vivimos.
En este aspecto radica la diferencia fundamental entre la película original y la estrenada este año: Dumbo, lejos de seguir los pasos de una narrativa infantil que no mira más allá del deleite de los más pequeños, se enfrenta a la cruda realidad en la que le ha tocado existir, una realidad en la que sus mayores enemigos son el capitalismo, el ansia de poder y, por supuesto, los humanos. El dinero y la codicia humana son elementos esenciales para entender cómo se construye el relato de Dumbo, pues dichos factores propios de la sociedad contemporánea sirven como motor narrativo para mostrarnos una feroz crítica en su contra. Y es que sorprende, cuanto menos, que Disney haya lanzado al mercado una historia de este tipo en un momento en el que la compañía está siendo continuamente señalada por sus acciones llevadas a cabo con otras marcas conocidas: de la misma manera que ocurre en Dumbo por parte del jefe de Wonderland, Disney está llevando a cabo despidos masivos para rentabilizar su economía al máximo.
Más allá del explícito mensaje en contra de lo comentado anteriormente, el remake se las apaña para no ser una mera actualización del relato original y diferenciarse de lo que se hizo hace casi ochenta años. En este sentido, un aspecto a destacar es el desvío del protagonismo de Dumbo hacia otros personajes que se hacen con algunas de las riendas de la película y no le dejan todo el peso al pequeño elefante. Sin entrar en si esta decisión es acertada o no, pues la variedad de opiniones que se pueden generar al respecto es infinita y todas y cada una de ellas igualmente respetables, lo que no se puede negar es que estos personajes resultan demasiado arquetípicos y, aun sabiendo el público objetivo al que se dirige la cinta de Burton, en muchas ocasiones pecan de forzados y de poco originales.
Hablando de falta de originalidad, no se puede obviar la pendiente cuesta abajo por la que se desliza Tim Burton poco a poco. Por todos es conocida la excentricidad y la locura que rodean las películas de este director. Historias protagonizadas por personajes góticos y cuanto menos extraños que se enmarcan más allá de la normatividad cinematográfica. Sin embargo, en los últimos años los proyectos de Burton no han sabido levantar cabeza y la tan especial esencia que rodeaba al cineasta parece ser que se está diluyendo de forma progresiva, y Dumbo no es una excepción. Aun así, y sin tener mucho en cuenta la pérdida de la esencia “burtoniana”, Dumbo se sitúa en el limbo de lo entretenido que, si bien no va más allá de esto, consigue traernos una historia amena ideal para pasar un buen rato y con una estética repleta de magia en la que aún se puede intuir el toque Burton.
En suma, Tim Burton dirige una película que, aun siendo perfecta para este cineasta dada la marginalidad de Dumbo y de los freaks de circo, no consigue encaminar hacia lo que alguna vez fue este director. Eso sí, desde aquí animamos a que los más pequeños (y, en cierta manera, también los adultos) puedan visionar esta historia y absorber todos aquellos mensajes críticos que la cinta nos ofrece con la esperanza de que, al igual que Dumbo, puedan volar por encima de lo establecido y de la normalidad.
Nota: 6/10
About Martí Farrés Sánchez
Cinéfilo, seriéfilo y bibliófilo. A veces sueño con vivir en mis musicales favoritos. Otras tengo pesadillas con Chucky.
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