Crítica de «El Aviso», los números son la clave.

Daniel Calparsoro vuelve a ponerse tras las cámaras con «El Aviso«, adaptación de la novela homónima de Paul Pen publicada en 2011.

Nico (Hugo Arbues), un niño de diez años, recibe una carta con una amenaza de muerte, pero nadie en su entorno parece creerle. Jon (Raúl Arévalo), un joven obsesionado con los números, investiga una serie de muertes ocurridas a lo largo de los años en el mismo lugar y que parecen tener un patrón en común. Descifrar esta secuencia quizá sea lo único que podrá salvar a Nico.

El cine patrio está pasando por un gran momento en lo que respecta al género de suspense. Títulos como «La isla mínima» (2014) o «Tarde para la ira» (2016) son una clara muestra de ello, no sólo por el estupendo equilibrio que manejan entre su apartado artístico y formal, sino porque intentan evitar parecerse demasiado al cine norteamericano que tanto invade nuestras salas cada semana. Por desgracia, «El Aviso» no va por el mismo camino, ya que traslada tópicos y fórmulas ya conocidas que le restan identidad propia, lo que provoca que la película camine por una fina línea que la separa de la tensión al humor involuntario.

La película capta nuestra atención rápidamente gracias al inusual misterio que nuestro protagonista debe resolver. Tras un tiroteo en el que su mejor amigo acaba gravemente herido, Jon descubre que en el lugar del incidente han tenido lugar crímenes de diversa índole con insólitas coincidencias matemáticas: mismo número de víctimas, mismas edades y la misma fecha, el doce de marzo. La obsesión por intentar descubrir el por qué de esa relación numérica y la naturaleza paranoica de Jon le convierten en una persona volátil e impredecible, un papel en el que Raúl Arévalo demuestra dar la talla durante todo el metraje. Vale la pena destacar el estupendo trabajo de Belén Cuesta y la siempre estupenda Aura Garrido, que aunque tengan papeles algo más secundarios, se ganan la empatía del espectador con facilidad.

El problema de «El Aviso» llega cuando uno empieza a darse cuenta, según la trama va avanzando y tornándose más compleja, de que el misterio propuesto no se rige por unas reglas bien definidas. Esto provoca que se produzcan ciertos vaivenes en la historia y los personajes, además de exigir al espectador una gran suspensión de la incredulidad en cuanto llega a su increíble clímax. Las tramas protagonizadas por Jon y Nico se desarrollan paralelamente hasta que, cada vez con más frecuencia, van encontrando puntos en común.

Calparsoro apuesta por narrar todo lo posible de forma visual algunos puntos clave de la historia, pero no siempre consigue aprovecharlos correctamente, dando lugar a ciertas escenas que provocan despistes innecesarios o preguntas intrascendentes que tardan demasiado en responderse. La consecuencia directa de esto se traduce en algunos diálogos poco creíbles y acciones un tanto impostadas. A pesar de ello, el realizador acierta a la hora de representar la creciente paranoia de Jon y las inquietantes alucinaciones que le acosan, gracias a una efectiva combinación entre efectos visuales, música y montaje. La elegante y sobria dirección de fotografía de Sergi Vilanova es la responsable de que «El Aviso» tenga un apartado visual tan atractivo y que tan bien casa con el tono de la cinta.

«El Aviso» se suma a esa larga lista de películas de género que nos hacen pasar un rato distraído en la sala de cine pero que se encuentran lejos de otras obras de mayor calado. Su afán por pillar al espectador desprevenido es uno de sus puntos fuertes, pero ese interés desequilibra una balanza en la cual una historia sólida tiene poco peso. Aun así, es una de las cintas más sólidas de toda la carrera de su director.

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