La 71º edición del Festival de Cannes culminaba ayer con la entrega de premios, donde la japonesa Shoplifters, del maestro Hirokazu Koreeda, se alzaba con la Palma de Oro a mejor película. Siendo un habitual del festival francés, el director japonés ha alcanzado el máximo galardón con su quinta película dentro de la sección oficial.
Antes de Shoplifters (cartel de la película a la derecha) compitió con Distance (2003), Nadie sabe (2004; Premio a mejor actor), De tal padre, tal hijo (2013; Premio del jurado) y Nuestra hermana pequeña (2015). La última vez que se le vio por Cannes, hace dos años, fue presentando película dentro de la sección Un Certain Regard, con Después de la tormenta (2016). De festival en festival, ha pasado también por San Sebastián, Venecia o Mar de Plata, Hirokazu Koreeda nunca decepciona.
Heredero de grandes maestros del cine japonés, como Yasujiro Ozu, Koreeda siempre se ha acercado a los lazos familiares, a las relaciones entre distintas generaciones, con una mirada pausada y tranquila, siempre atenta a las emociones más intrínsecas del ser humano. En época de cineastas que no dejan de mirarse al ombligo, el director nipón es un escape hacia ese clasicismo perdido, fuente de narrativa honesta y aliento sincero.
En los últimos días de festival, Shoplifters no aparecía en casi ninguna quiniela para recibir premio por parte de jurado presidido por Cate Blanchett, y que por primera vez estaba compuesto por cinco mujeres y cuatro hombres. Todo parecía indicar que el premio recaería sobre la libanesa Cafarnaúm, de la directora Nadie Labaki (que dividió muchísimo a la crítica, y finalmente se alzó con el Premio del Jurado) o para Lazzaro Felice, de Alice Rohrwacher (mejor guion, ex aequo con Three Faces, del iraní Jafar Panahi). Pero finalmente, y aun siendo un año en el que el festival de Cannes ha estado más reivindicativo que nunca con el papel de la mujer en el cine, Jane Campion continuará siendo la única directora que cuenta con una Palma de Oro, cuando allá por 1993, ex aequo con Adiós a mi concubina, se lo llevó por la esteticista y algo sobrevalorada, para quien esto escribe, El piano.
De todos modos, todo parece indicar que este año el jurado ha estado más acertado que en las últimas ediciones, o esas son las sensaciones que llegan de los que han podido disfrutar de los días que dura el festival. Tras entregar tres Palmas de Oro tan discutidas como las de Dheepan, Yo, Daniel Blake o The Square, Hirokazu Koreeda parece haber aunado mejores sensaciones. Por mi parte, la decepción provocada el año pasado por la horrible, vacua, pedante y narcisista The Square, o el anterior por la floja y evidente Yo, Daniel Blake (didactismo de brocha gorda por parte de Ken Loach), me hace tener más esperanzas ante el premio de este año, obra de un director que siempre me llena.
El Festival de Cannes parece que debía algo al director japonés. El premio a Mejor Actor a Yûya Yagira, en 2004, supo a poca cosa ante una obra tan profunda, reveladora y maestra como Nadie sabe, que posiblemente sea la mejor obra de su director, junto a la preciosa Still Walking (fotograma del filme a la izquierda). Además, su obra coherente y delicada merecía un mayor reconocimiento desde hace tiempo, y hoy por fin le ha llegado. Tachado de cursi, incluso de sentimentalista, con alguna de sus últimas obras (como De tal padre, tal hijo o Nuestra hermana pequeña), este cineasta está, en mi opinión, muy alejado de todos estos recursos fáciles, y se acerca más a la serenidad, a la observación, a la delicadeza que, en definitiva, solo tienen los grandes. Esperemos que esta Palma de Oro que es ya Shoplifters esté a la altura de una filmografía siempre atenta a lo cotidiano, a lo más sencillo y profundo, y que no caiga, por el contrario, dentro de las obras decepcionantes que el Festival de Cannes lleva premiando estos últimos años (como decía antes, siempre desde mi humilde punto de vista).
Por mi parte, aprovecho este galardón para recomendar a todo el mundo que se acerque a la obra de este director. Películas como Nadie sabe (2004; fotograma de la película al final del artículo) o Still Walking (2008) son obras poéticas y de maestría absoluta. Otras como Kiseki (2011), Nuestra hermana pequeña (2015) o Después de la tormenta (2016), supuestamente menores, son películas de una serenidad y sabiduría no muy recientes en el cine actual, como también lo es De tal padre, tal hijo (película que tuvo algo más de tirón comercial, y de la que incluso Spielberg compró los derechos para un posible remake americano, que esperemos no se cumpla). Toda su filmografía es interesante (también, por ejemplo, ese drama fantástico llamado After Life, que participó en el Festival de San Sebastián en 1998). En época de grandes superproducciones, remakes, secuelas o spin-offs, siempre es gratificante encontrarse con un narrador como Hirokazu Koreeda. Esperemos que su próxima obra, la primera fuera de territorio japonés (producción, como no, francesa; siempre atenta a los grandes autores internacionales), mantenga la altura. Por ahora el reparto así lo presagia: Juliette Binoche y Catherine Deneuve serán las protagonistas de este proyecto titulado The Truth About Catherine.